Opinión

Hoy he vuelto a mi colegio, “Los Salesianos”

Son casi las seis de la tarde del domingo14 de enero, cuando me siento ante el teclado y, todavía no sé, cuando subí en el coche antes de mediodía, por qué me dirigí al colegio Salesiano. Estaba haciendo una foto al maltrecho cercado de cipreses –quemado la noche anterior– del colegio La Encarnación, cuando me dijeron “hoy se entrega la medalla de oro de la Federación Nacional de Antiguos Alumnos Salesianos, a Antonio García López, ¿vas a ir?”. “¡No!” fue mi respuesta, pero poco después me encontraba aparcando a la entrada del colegio.
Pese a pasar todos los días por delante del colegio, ya que es paso casi obligado para ir al trabajo y volver a casa, en contadas ocasiones he vuelto a ese lugar donde pasé 8 años de mi infancia, ya hace la friolera de 36 años, y me he dado cuenta de que hoy ha sido diferente. Hoy he visto que aquel patio tan grande, no lo es tanto, y aquella estancia, el comedor, en el que “los internos” comían y cenaban y los “los externos” intentábamos ponernos en la cola para que nos diesen un bocadillo a la hora de merendar, lugar que hoy acoge una exposición de fotografías, tampoco es tan grande. Hoy he visto de otra manera aquel frontón que, un día, cuando entraba al colegio por el Portón, me encontré en el suelo. Cuando también he visto los aseos he recordado ¿con nostalgia? aquellos campanazos que nos daba “el consejero” por beber agua, cuando acababa el recreo, antes de formar para volver a las clases.

Cuando he entrado en el teatro, la primera imagen que me ha venido a la cabeza ha sido la colocación de su primera piedra. Poco después, ya viendo el escenario, he vuelto a los 15 años, justo en el momento en que interpretamos aquella obra de Alfonso Sastre, “Escuadra hacia la muerte”. A pocos compañeros de aquella época he visto, solamente a Antonio García Salguero, hijo del homenajeado y que, curiosamente con una gran sonrisa, me ha llamado “salesiano”. Supongo que en este saludo iban incluidos recuerdos de esos momentos de nuestra infancia de los que podríamos hablar largo y tendido, pues fueron 8 años de convivencia diaria, justo hasta el momento en que se quitó el bachiller superior, y tuvimos que terminarlo en el Instituto Hermanos Amorós. Al volver al patio para recoger a mi hija y volver a casa, me he dado cuenta de que algo estaba ocurriendo en mí, mi cabeza estaba procesando todos los nombre que había escuchado durante el homenaje, y que había olvidado por completo.

No sé cuanto tiempo pasará para volver al colegio, aunque tengo que recoger a mi hija del “juvenil” a menudo, y cuando vuelva tampoco sé si sentiré lo mismo que hoy. Pero en esta ocasión me he sentido orgulloso “de haber ido a los Salesianos” y una de las frases que ha dicho Antonio García, me ha hecho comprender el gran sacrificio que hicieron mis padres para poder “llevarme” a los Salesianos. Es posible que hoy me haya dado cuenta de lo que ha significado en mi vida el haber estudiado en “Los Salesianos”. Quizás hoy, sin saberlo, me he dado cuenta de que ya soy “mayor”, vamos que me he hecho viejo.

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